¿Es el apellido, no es cierto?
Tal vez sea el cabello negro o la tez canela que cambia de color a la luz del sol y el toque del viento.
Lo es el nombre de los colegios y probablemente también se trate del material con que se hizo la cuna que me vio nacer.
Lo ha sido el andar de mis pasos, la timidez en la voz y la ubicación de mi techo.
Es quizás la ignorancia sobre la Fiesta Brava, Franco y Las Vegas...
Será todo eso y mucho más... ¿Pero sabes algo? Tengo un corazón de carne que se estremece cuando no da el ancho el bolsillo, la historia o los versos. Un corazón que aunque chillón, también sincero y cándido palpita por tus besos.
No importa que la sangre de abolengo no comparta conmigo sus ilusiones y sus sueños... Por eso tengo estrellas propias... Estrellas que iluminarán mis pasos sin etiquetarme en el proceso.
Llegará un día en que las condiciones no serán más que amargos recuerdos.
Hasta entonces, aquí estoy.
Confeccionada por el Gran Creador a su imagen y semejanza, con un alma inmortal que vale más que los apellidos famosos, los perfumes caros y los viajes de recreo.
Aquí estoy yo...
Sin condiciones.