SOY.

En unos cuantos días tendré la oportunidad de embarcarme (literalmente) en un viaje junto a mi compañero de vida. Conoceré lugares que sólo he visto en sueños y viajes astrales. Pienso en cuántas estrellas sobre el mar se avistarán y en los besos bajo la luna que le podré robar (o al revés).

Estamos pasando la mitad del año sin que me hubiese dado cuenta. Ahora soy tía y dos niñas preciosas me arrancan sonrisas todos los días con sus ocurrencias. He visto crecer a mis hermanos de una manera desmesurada y yo misma alcancé la meta que me fijé hace unos años. 

La vida ha cambiado tanto, que apenas puedo reconocerme. Me miro al espejo y me doy cuenta de que llevo en los ojos muchas memorias que hoy se convirtieron en sabiduría. ¿Y qué más queda por hacer, sino aprender de lo que nos dolió hasta el tuétano y el alma?.

Me pongo a pensar en aquellos que llegaron a mi vida, fueron co-protagonistas y después de todo, se esfumaron formando parte de un recuerdo. Me pregunto quiénes serán hoy y si mucho habrán cambiado, pues finalmente, yo he cambiado de mil maneras y no estoy muy segura de ser quién solía ser años atrás.

Los sueños van cumpliéndose uno a uno. He blandido la espada valientemente y ganado mis propias batallas. Miré a mis enemigos a los ojos y besé su aliento para hacerles saber que soy más que un deseo no cumplido. Volví a colocarme el casco y me preparé para el siguiente combate.

Algún día moriré, pero mira que me llevaré muchas memorias, besos y llanto a la tumba. Tendré muchas historias qué contarles a mis nietos, y mientras éstos llegan, habrá siempre una buena taza de te o café y un cigarro, para rememorar risas y lágrimas que me han convertido en la Liliana que hoy escribe.

No se qué vendrá, pero me siento fuerte para continuar con mi historia, tengo mucho combustible para seguir soñando y cumpliendo sueños. Dicen que estoy en la mejor época de mi vida, sin embargo, eso no lo se a ciencia cierta. Sólo se que quiero vivir y seguir llenando mi alma de recuerdos, alegrías y verdades. Quiero ser inmortal.

¿Quién soy? Pues Liliana. Sin apelativo, distintivo o superlativo... 

¿Y tú, quién eres?